24 mayo 2006

sentencia del tiempo

Esta mañana, muy temprano, me despertó un post de carol blenk, y con el sabor del café (yo estoy de momento en la tierra) recordé esa cita que viene en "Las personas del verbo" de Gil de Biedma (que es uno de mis libros de cabecera desde ya no sé cuando):

"Donde tuvo su origen, allí es preciso que retorne en su caída,
de acuerdo con las determinaciones del destino.
Las cosas deben pagar unas a otras castigo y pena
según sentencia del tiempo." (Anaxímandro)

No sé, de verdad que no sé, ¿esta es una ley universal? ¿en algún sitio hay un balance de cuentas donde el debe y el haber quedan igualados? Y vuelvo a repetirme que no, que todo es fruto del azar, de un destino caprichoso que hila los acontecimientos aleatoriamente y que es nuestra propia necesidad de comprender la que busca explicaciones donde no hay más que un absurdo imposible de descifrar. Y por eso entonces a veces he sentido que estaba "pagando" viejas cuentas, puede que sólo me las estuviera pagando a mí misma.

Un poco más tarde, Julieta Venegas en la radio del coche lo resumió todo en apenas dos frases. Y ahora que he visto el video lo sé, siempre existe la posibilidad de escapar.
Lo primero: conseguir un globo.

21 mayo 2006

Maleficio

"salvo en esa imagen impalpable, donante de ligereza, que sólo algunos, muy pocos han debido lograr tener, la imagen es un maleficio"
(María Zambrano. Delirio y destino)

¿Y qué sé yo, en realidad, de mi imagen? Pocas cosas, apenas, sé que no reconozco a esa persona que me traen tus palabras, que esos adjetivos que deberían enorgullecerme sólo me producen confusión y preguntas, demasiadas preguntas, que me vienen grandes o quizás sería más correcto decir que me vienen pequeños, me aprietan, me cortan, me delimitan unos sentimientos que nunca son tan puros, tan perfectos. Yo no quiero tener imagen, no quiero tener que responder a ninguna expectativa ajena, es más, hay días en que ni siquiera quiero responder a las propias. Durante toda mi vida, desde muy pequeña, me dijeron tantas veces que yo era una persona responsable que se convirtió en una segunda piel que nunca consigo arrancarme del todo. Y no quiero más, no puedo más, quiero que si alguien se acerca y me acaricia, sepa rozar con sus dedos a quien está más debajo aún que estas palabras.

Vale, ya sé que es (casi) imposible. Por eso me hundo en el mar, debajo de las olas, porque allí sólo tengo que ser yo, simplemente.

¿Una señal?

18 mayo 2006

Obrigado

(in alphabetical order)

A mi cocinera favorita, por el anillo dentro del pozo
A mi primo-mi amigo-corleone, por recordarme que nunca cambiamos y ni falta que nos hace
A l@s arpí@s, por llevarme al parque y hacerme reir
A Ella, por seguir siendo ella
A Migue, por estar siempre ahí, a pesar de la distancia
A S., por su paciencia y sus abrazos virtuales

Sois lo mejor que tengo.

Y también a Lucía, recién llegada, por hacerme salir del armario bloguero

17 mayo 2006

Es tuya


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Editado: por favor, no dejéis comentarios en este post.

12 mayo 2006

Correr

A veces, ya lo sé, quiero ir con el coche más deprisa de lo que se puede.

Ayer tarde fui a comprar un libro, no lo encontré (y eso que no era demasiado difícil) y acabé comprándome unos vaqueros. Los pienso estrenar hoy, ¿para qué esperar?. Una cena a la luz de las velas (aunque suene romántico va a tener más de friki que de ninguna otra cosa) es una excusa tan buena como cualquiera.
Y es que empieza a llegar esa época en que el mañana es hoy o apaga y vámonos.
Así que vámonos a ver la puesta de sol en el próximo paraíso perdido.


P.S.: Esta mañana en la playa me propusieron pasarme al lado oscuro.
Y me lo estoy pensando.

"Y entonces lo comprendí.

Habíamos sido unas magníficas compañeras de viaje, pero, en definitiva, no éramos más que dos solitarios pedazos de metal trazando su propia órbita cada una. Desde lejos parecían bellos como estrellas fugaces. En realidad, sólo éramos prisioneras sin destino encerradas cada una en su propia cápsula. Cuando las órbitas de los dos satélites se cruzaban casualmente, nos encontrábamos. Quizás simpatizábamos. Pero sólo duraba un instante. Momentos después volvíamos a estar inmersas en la soledad más absoluta. Y algún día arderíamos y quedaríamos reducidas a nada." (Sputnik, mi amor. Haruki Murakami)



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11 mayo 2006

¿?

Amanecer plomizo, cargado. Una extraña luz, como un oscuro presentimiento.

De pie en el andén, esperando ver aparecer el tren a lo lejos.
A veces tengo la sensación de que me he pasado toda la vida de estación en estación, cogiendo trenes.
Pero ésto también es falso.

En el puerto los vencejos juguetean entre las columnas de humo de las chimeneas gemelas del transatlántico. También podría decir que me he pasado toda la vida mirando los barcos en los muelles y tampoco sería cierto.

Pero entonces... ¿dónde he estado durante toda mi vida?

10 mayo 2006

Mi caballito de mar

Siempre me gustó tirarme de cabeza a las olas, no recuerdo nada comparable a la sacudida de ese rompiente de energía por todo mi cuerpo hasta sentir en la planta de mis pies las cosquillas que me hacían las burbujas.

Normalmente era fácil, todo consistía en esperar el momento justo en que la ola iba a romper delante de mí, aguantar fuerte la respiración y zambullirme un segundo antes. Luego salía casi de un salto, triunfando bajo el sol mientras una estela de espuma blanca se dirigía, derrotada, hacia la orilla.

Pero a veces el mar se vengaba, o simplemente quería que no olvidase quien mandaba allí...

Entonces siempre llegaba una ola que era más fuerte de lo que había calculado y quizás por culpa de un instante de duda (porque estas cosas de alguna manera siempre se intuyen) yo tardaba un momento más en sumergirme. Como cualquier alga minúscula acababa dando vueltas de campana sobre mí misma durante esos larguísimos segundos en que pierdes la noción de donde se quedaron el cielo y el suelo.

Cuando al fin recuperaba la estabilidad sobre el planeta las piernas me temblaban, el agua salada me irritaba la nariz y taponaba mis oídos y seguramente veía el mundo con la mirada estupefacta y agradecida de los náufragos.

Creo que la última vez que una ola me dio el revolcón tragué demasiada agua.

Y se me ha quedado un caballito de mar en el estómago.

07 mayo 2006

Lo mejor de Volver

(el orden no es necesariamente éste)

Estrella Morente
esos enormes patios
las aspidistras (pilistras, en mi idioma)
Carmen Maura debajo de la cama
Blanca Portillo con esa expresión de quien está al otro lado de las cosas

05 mayo 2006

Viernes

Esas mañanas en que las bases de datos, las hojas de cálculo y hasta la mismísima página web se vuelven de pronto del color de tus ojos.
Y ni puedo ni quiero evitarlo.

O como me escribía ayer un amigo: "toda sensación es mucho más compleja que una definición".

Tengo ganas de playita, de adormilarme al sol sintiendo el tacto suave de la arena en la yema de mis dedos...

A ver cómo se porta el tiempo este fin de semana.

03 mayo 2006

"Al final

la existencia no parará
hasta conseguir la belleza y entonces se sucederán todas las consecuencias que conducen al final"
(Anne Carson)






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02 mayo 2006

Tormenta

Siempre me han gustado las tormentas. Cuando vivía en casa de mis padres y escuchaba los truenos me levantaba, iba al comedor y allí estaba mi hermano, con las ventanas abiertas y la misma cara de ilusión que cuando era pequeño.
Esta noche hay tormenta y no puedo dormir.
Voy a abrir la ventana.
Creo que va a ser una noche larga.
(Y encima no tengo mi botella de Cuatro Rosas).

Lo siento señor Neruda

Me abrió la puerta y cuando iba a darle un beso salió un perro ladrando. Quizá por eso nunca me han gustado los perros, porque no soportan los besos de la gente que se quiere. Y en esos momentos absurdos una acaba diciendo cosas tales como "tienes unas botas iguales a las mías" o "qué distinta la casa tras la última obra"...

Volverte a ver después de tanto tiempo e ir reconociendo cada uno de tus gestos, pensar entre broma y broma que sigues tan guapa como siempre, sentirme tan cerca, tan tuya, tan nuestra. Y me bastan apenas diez minutos para saber que nosotras las de entonces seguimos siendo las mismas, tú el proyecto de "aventurera" que al final acababa emparejada por mucho tiempo y yo la "escritora" romántica con cazadora de cuero a quién los nervios la comían por dentro y que nunca consiguió decir lo que en verdad sentía, tú la que siempre supo ponerme los puntos sobre las íes y a la vez entender y respetar mis idas y venidas. Así que de verdad que lo siento señor Neruda, pero desde la barra de este bar casi desierto por el calor y la modorra de un domingo de feria, y después de tantas vueltas y revueltas, vengo hasta aquí para repetir lo mismo que ya entonces intuíamos: que es una solemne trampa pretender que una sola persona llene completamente tu vida, que los afectos son múltiples y que no hay mejor manera de amar a alguien que dejarle ir en busca de aquello que necesita.

Ella me mira sonriendo y me da la razón a este improvisado mítin que me acaba de inspirar el descafeinado de máquina. Y qué curioso -pienso- que a pesar de todo esto o quizá precisamente por eso mismo, sea ella la única persona con la que sí hubiera sido capaz de estar toda una vida (bueno, o al menos muchos años) y sé que ha llegado el momento de decírselo, de reconocerle algo que ella ya sabe (¿a qué venía entonces esa sonrisa y ese casi escondido gesto de orgullo?) porque a estas alturas, señor Neruda, y puede que en eso sí que yo haya cambiado, ya no me duelen prendas de decir lo que siento sobre todo si a cambio veo brillar por un segundo el oscuro final del centro mismo de unos ojos.

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