Lo malo de afilar los cuchillos es que acabas cortándote y la sangre, muy roja, empieza a deslizarse por el dedo y hay que buscar pronto una venda y esparadrapo y apretarlo fuerte para que la mancha roja deje de crecer. Luego llega el dolor, y la torpeza, y ese inevitable cuidado al hacer cualquier gesto.
Un viejo rito este del bourbon que nunca he compartido con nadie. Un fuego en la garganta que te hace creer que cierra las heridas.
No, no son una especie extinguida ni una leyenda urbana. Existen todavía, sobreviven a pesar de las cartas del banco, de las facturas de consumos varios, de la insoportable propaganda de todo tipo que convierten el acto cotidiano de abrir el buzón en visita obligada al contenedor de papel reciclado.
Pero a veces...
Y me quedé un rato con una sonrisa infantil, jurándole a los cuatro vientos que tengo la suerte de tener el mejor primo del mundo.
Y después de todo acabar sospechando que el tiempo en realidad no pasa nunca. Que nada ha de llegar algún día que abra o encauce ese inexistente curso de tu vida que tanto te preocupa.
(Va a caer en Madrid la primera lluvia del otoño si alguien no se ocupa de impedirlo).
Acaso un afán, un subsuelo donde alimentar raíces sirvieran al menos de refugio si la voluntad te llegara para tanto.
(Me estoy mojando los pies, las sandalias del verano y no hay un ángel que pueda arreglar este desperfecto)
Tampoco es cuestión de cargar las tintas escarbando en cosas que se saben desde antiguo pero, y aunque es posible que sólo sea la lluvia, no puedes dejar de sentir que todo ha estado siempre hecho.
Todo lo que te quiero decir ya está dicho. Lo saben las banderolas de los barcos, los ángulos imposibles de las grúas, los rastros de sueños por mis ojos.
Siempre me ha parecido este un poema muy de final de verano. Y lleva varios días rondando por mi cabeza y mis conversaciones.
TEMAS CREPUSCULARES (Luis Antonio de Villena)
Las primeras ilusiones que se pierden (y hablo de sentimientos) mueven mucho aparato de tragedia, pero en realidad, qué poco importa. El jersey roto se sustituye por un nuevo aún mejor, o cuando menos, y a nuestro parecer, aún más hermoso. La verdad es que en esos momentos la vida pugna por salir, el agua es clara, se cuela la ilusión (vivaz y alegre, aunque se derrumbe y vuelva) por todos los resquicios, por todas partes. Y el crepúsculo no es sino la esperanza de un día nuevo. Pero después (lo sabes) es distinto. Se cruza el horizonte como sin darse cuenta. Se tacha un teléfono (o te cansa la voz) mas no hay con quien sustituirla. Y cuanto queda en lejanía, ese te llamaré dentro de dos semanas, que tú hubieses querido inminente y ahora, saber que la novedad se vuelve cuesta arriba, y que a menudo no se cambia el jersey sino que se acude al arte muy pobre del remiendo; todo eso te va llenando de nostalgia, te va tornando irremisiblemente más absurdo, más lejos, y cuando recuerdas cómo te ilusionaron ciertas cosas, el gozo que viviste tan intenso, tantas puertas biendispuestas por delante, has de decirte que ya no eres aquel, te preguntas qué ha pasado, pues no hace aún mucho tiempo, y cuando intentas colocarte la vieja máscara, no cabe, los rasgos no corresponden, hay sutiles variaciones, pero definitivas e ineluctables. así es que sueñas quedarte en una isla, empiezas a ser escéptico con el futuro, te tiñes de añoranza, no te importa rebajarte para pedir amor (cariño, acaso, que es palabra más débil) aún esperando ya -y casi de antemano- las dos inevitables semanas (perpetuas) que habrá por medio. Y aunque veas que todavía brilla el sol, tú dices que ya no es como antes. Y cuando los chicos se marchan de la isla, anocheciendo, al que (como tú) pregunta si no es muy duro quedarse solo, le respondes, sirviéndote una copa y con triste sonrisa, esa frase que tanto has estudiado, esa frase tan tuya: Querido, pero si todos estamos solos. ¿No lo sabes?
Cause baby I'm just a scared and lonely rider bur I gotta find out how it feels
Y tráete una botella de bourbon. Que se vayan a la mierda los controles.
Cuando me canse de conducir seguirás tú. No, no me importa que haga dos días que tienes el carnet. Sólo espero que no me insistas para que te hable. Hay llamadas que nunca llegan y mensajes que lo hacen con días de retraso. Hay miradas que lo dicen todo y cuerpos que mienten su deseo. Algunas noches miro hacia fuera y todo me parece una broma absurda.