17 diciembre 2006

EL REY COPHETUA Y LA MUCHACHA MENDIGA

Burne Jones

(Olvido García Valdés)

Ella tiene los pies como Marilyn Monroe
y una tierna
indefensión en los hombros.
Están en una sala y la ventana
descorre sus cortinas a un atardecer
boscoso,
pero es como si fuera
una esfera
de cristal. No se miran.
Él la mira a ella. Ella a lo lejos.
Hace ya mucho tiempo que él la había soñado
como un aire
de cigüeñas, una luz,
y ahora estaba allí.
Tantas vidas que no parecen ciertas
en una sola vida.
Campanillas azules en la mano.
Él sabe que se irá. No hablan
y el momento está lleno de voz,
voz acunada, lejana.
El amor es una enfermedad,
campanillas azules. Siempre en ti,
como en el sueño, volviendo
siempre en ti. Tan incierta
la luz. Como en el sueño.



A menudo me pregunto por qué no existe un bebedizo que impidiera querer así, contra toda razón, contra toda esperanza.
Y si alguna vez lo encontrara... ¿lo bebería?.

07 diciembre 2006

en seco


Hoy he conseguido llorar sin lágrimas
No quiero que se me nuble la vista mientras voy conduciendo
No quiero ser un número más en la estadística de otro puente más
(Sobre todo si voy o vuelvo del trabajo)

03 diciembre 2006

Y tampoco tengo tiempo para pensar un título

Hubo un tiempo en que escribir me salvaba. Y tengo guardados en el altillo de una estantería un montón de cuadernos que tendré que quemar algún día (o pedirle a alguien que lo haga).

Luego fui aprendiendo (sí, muy poco a poco, demasiado poco a poco) a vivir sin tener que escribir, a defenderme tras los muros de mi castillo interior. Quizás es que un día terminas por fin de explicarte a ti misma y acabas por aceptar no sólo que eres diferente, sino que siempre vas a serlo, y que esa continua sensación de no encajar en el mundo constituye gran parte de tus señas de identidad que empiezas a reconocer con cariño, con el gesto a veces divertido, a veces preocupado, de un amigo cómplice.

El precio (todo tiene un precio, es cierto) fue perder el don de la palabra (lamento esta expresión tan excesivamente literaria, pero no tengo tiempo de ser original).

Por eso cuando todo a mi alrededor comienza a temblar las palabras ya no son un refugio. Sólo me salvaría huir, pero creo que es demasiado tarde. La realidad, que debe disfrutar muchísimo jugando conmigo al gato y al ratón, me leyó sin inmutarse la orden de suspensión de la condicional. Y esta vez no serán sólo unos días.

A veces adquirimos ideas para explicar el mundo y parecen convincentes, parece que por fin has descubierto algo. En aquellos años en que escribía tanto siempre pensaba que en el fondo de nuestra mente las personas no éramos en realidad más que memoria.

Ahora sospecho que tendré que aprender que al final ni siquiera somos eso.

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