Tengo las piernas llenas de arañazos y esta mañana encontré tinta azul en mis orejas
(Del libro Espejismos, de Jeannette Winterson)
"Cada viaje oculta dentro de sus límites: la senda que no tomaste y el recodo olvidado. Son los viajes que deseo recordar. No los que hice, sino los que pude hacer o los que tal vez realicé en otro tiempo o lugar. Podría contaros la verdad tal y como la encontraréis en diarios, mapas y cuadernos de bitácoras. Podría describir fielmente cuanto vi y oí y entregaros un libro de viajes. Entonces lo seguiríais, rastrearías con el dedo esos recorridos, y clavaríais banderas rojas en los lugares donde estuve. Para los griegos la vida oculta exigía tinta invisible. Escribían una carta sencilla y entre líneas redactaban otra misiva, escrita con leche. El documento tenía un aspecto inocente hasta que alguien que sabía de qué se trataba lo rociaba con polvo de carbón. Ya no importaba lo que la carta había sido; lo que contaba era la vida que llameaba inadvertida... Hasta ahora. Descubrí que mi propia vida estaba escrita con tinta invisible, encajada entre los hechos, que volaba sin mí como las Doce Princesas Bailarinas que cada noche saltaban por la ventana y cada mañana regresaban a casa con los vestidos rasgados, las zapatillas gastadas y sin recuerdos."
Sé que no pasó pero hubiera jurado que te encontré frente a aquel tiovivo, en una esquina de Covent Garden. Tú me sonreíste mientras decías que pena, con lo bonito que es y la música tan horrorosa que le ponen, no recuerdo si me hablaste en inglés o en español pero sí que tus dedos morenos y fuertes se entrelazaron con los míos, yo sólo podía mirarte a la vez que recordaba aquellas ferias en las que a última hora, cuando no quedaban ya niños y padres, y justo antes de que cerraran los cacharros íbamos todos a montarnos en los caballitos.
Cuando fui a hablarte ya habías desaparecido.
Pero ahora sé que siempre seremos mientras nos toquemos
Llovía a cantaros en Madrid cuando desperté aquellamañana.
Hacía meses que no veía llover, apenas una tarde cayeron unos pocos goterones. Luego se abrió un enorme arcoiris que ocupó todo el cielo.
Agosto y frío en Madrid, me pareció un extraño viaje.
A fin de cuentas habíamos llegado cruzando cráteres de volcanes dormidos hace miles de millones de años, parando a repostar en gasolineras perdidas entre campos oscuros donde sólo se oía el silencio.
También llovía en Londres esa madrugada cuando a través de los cristales del tren sólo veía una oscuridad salpicada de luces y gotas.
Una noche soñé que quería sentarme mirando al mar y fumarme un cigarro pero la marea había subido tanto que no podía llegar.
A veces hay demasiada agua a nuestro alrededor y hay que elegir los caminos de tierra.
Despertar pesado el de todas las mañanas solitarias, el calor flotando, denso, aceitoso, sobre mi cama, barca azul que me trae del sueño a la orilla seca y luminosa del mediodía. El sol en lo más alto, difuminando aristas, contornos duros, líneas equívocas, borrando azoteas, cristales, sábanas ondulantes, el sol negándolo todo, ese perro que ladra, esa luna que sale, la paloma que dormita, para convertir la existencia en sólo una nube, la gigantesca nube estática y acuosa que flota sobre todas las cosas del verano, irisando miles de minúsculos puntitos que bailan y retozan, infinitos, borrachos de la fiebre de la mañana que yace.
Todos los imposibles ataviados con túnicas de color imposible danzan, como las Gracias, lentamente y en círculo, gozosos de saberse descarnados en torno a mi cabeza mordida de deseo.
Días de calor. Apenas salgo a la calle más que por lo imprescindible. Quién tuviera un refugio como éste.
La chicadeayer sigue perdida en algún lugar de los Balcanes. Sakura me envía sms contándome que está viendo huellas de dinosaurios en Soria. Y los supervivientes que de momento quedamos por aquí huimos de la playa en agosto como gatos escaldados.
Voy a empezar a planearlo ya: El año que viene me voy a Finlandia.