Quan magnus numerus Libyssae arenae
Pasa como con las canciones, una mañana te levantas tarareando alguna sin saber por qué y empieza a resonar continuamente en tu cabeza hasta que, ese día o alguno después, vuelve a desaparecer tan casualmente como llegó. Aún a riesgo de resultar pedante he de confesar que lo mismo me sucede a veces con algunos poemas.
Este es mi invitado de los últimos días. Evidentemente no puedo quejarme.
"Para saber de amor, para aprenderle
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
-con cuatrocientos cuerpos diferentes-
haber hecho el amor. Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen."