13 junio 2007

Se ruega no pisar II

Conocí a Clara hace la pila de años, por entonces ella militaba en las Juventudes Comunistas y yo en un grupillo ecologista recién nacido que poco tiene que ver con lo que es hoy.
Nos hicimos amigas aquel mismo verano, de camping en Cazorla, junto a la orilla del pantano adonde ella se escapaba todas las noches con el chaval más guapo de todos. Clara, otro amigo y yo éramos la resistencia agnóstica frente a aquel grupo de cristianos modernos que muy pronto iban a dejar de ser cristianos para ser perdidamente modernos.
Luego pasó el tiempo y lo que este suele traer, otras ciudades, otros rumbos, vueltas y revueltas, y en una de esas me la volví a encontrar: evidentemente ninguna de las dos habíamos hecho carrera política y resultó que a la hora de elegir opción para resolver nuestras vidas habíamos acabado coincidiendo en la misma "empresa".
Desde entonces el tren y el teléfono nos han mantenido en un contacto esporádico pero intenso y sobre todo muy muy irónico, cuántas mañanas camino del trabajo nos hemos reído al comentar el panorama que nos rodeaba.
Hoy llamó a mi oficina para alguna consulta y casualmente recibí yo la llamada. No sé cómo lo hace pero desde su pequeño despacho con esas vistas maravillosas está casi siempre enterada de todo. Me preguntó y le conté lo que pude teniendo en cuenta que no era el mejor sitio para desahogarme, pero no hizo falta entrar en detalles. Ella supo entender que yo no le estaba contando lo de siempre, supo ver que esta vez era distinto y bastante peor. Por eso quizá, al despedirse, con un beso, me dio ánimos y me dijo esa frase: Tú puedes. Y sonreí, y me emocioné, porque sentí que le había salido de dentro.

Sí, tenéis razón, yo sé que puedo, que soy capaz de saltar por encima de todo esto, sin mancharme, sin despeinarme apenas, que soy capaz de dejar de hacerme mala sangre al contemplar a mi alrededor un caos del que no soy responsable ni está en mis manos solucionar, que puedo esquivar los golpes, que puedo conseguir darle la vuelta a la tortilla.

Tenéis razón, yo puedo. Sólo que no sé, de verdad que no sé cómo hacerlo. Y todos los días a eso de las diez de la mañana, cuando empiezo a sentir que puedo estallar en cualquier momento comienzo a repetirme como un mantra el número de días de trabajo que me quedan hasta el 30 de junio.

2 Comments:

At 15/6/07 8:39 p. m., Blogger S said...

y cada día que pasa es uno más al que hemos hecho frente y superado, y uno menos que queda...

 
At 15/6/07 8:46 p. m., Blogger aseklu said...

Pues sí, y ya sólo me quedan dos semanas. Y me pillas justo aquí celebrándolo. Si te apetece una copa estás invitada.

 

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