21 junio 2007

No me lastimes con tus crímenes perfectos

Hace tiempo tuve otro blog: otro nombre, otro sitio, otra identidad, como un testigo protegido que debe cambiar de vida. Ese blog que sólo conoció una persona (que yo sepa) estuvo un tiempo vagando, sí, como un satélite fuera de órbita en el espacio o una carta dentro de una botella arrojada al mar. A veces pensaba que un día alguien llegaría hasta allí por casualidad, buscando quién sabe qué y me dejaría un mensaje que contendría una clave para hallar el mapa del tesoro o la salida del laberinto (dos cosas que en algún caso vienen a ser lo mismo).

Evidentemente no fue así y llegó un momento en que decidí que ya había pasado su tiempo, que no quería dejar ese cabo suelto flotando por ahí, de modo que lo borré, con un solo clic, y comprobé lo terriblemente fácil que es terminar con un blog sin dejar rastro, no hay cadáver, no hay arma del delito, ni siquiera hay un móvil importante que dé coherencia al crimen.

Pero antes de borrarlo guardé algunos posts, les había cogido cariño.
Y este es uno de ellos.

Es curioso, antes de todo, aquella mañana yo desayunaba en un sitio distinto al de siempre después de haber devuelto en la biblioteca dos libros que apenas había tenido tiempo de leer.

Es curioso porque hacía un bonito día de sol y yo lo recuerdo gris, recuerdo las obras, las calles levantadas, tierra, cascotes, pasarelas. Los chicos de la mesa del fondo me miraron mientras yo escribía algo en mi cuaderno.

Entonces en la música del bar empezó a sonar aquella canción de Calamaro. Y antes de todo, después de todo, supe que la suerte estaba echada. Otra vez.

La camarera me deseó buen día y le sonreí. Qué culpa tiene nadie.


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Epílogo: El tiempo pasa, para bien, para mal, para todos. Hoy en aquel bar hay una chica que me atiende en seguida cuando me ve aparecer por allí (y esto es toda una hazaña para alguien como yo, prácticamente invisible para los camareros), y en aquella plaza hay una casa capaz de resistir hasta un tsunami y donde algunas tardes he soñado con mapas muy antiguos, con tesoros de barcos naufragados, con pequeños teatros donde en cuestión de segundos cualquier historia puede representarse.
La moneda, siempre, tiene dos caras.

2 Comments:

At 14/6/11 11:03 p. m., Blogger dEcharcoEncharco said...

ese epílogo me ha recordado a... no sé cómo definirlo... conjunto de casas o algo así que hay en el barrio del Arenal de Sevilla, al que llaman "La casa de la moneda", curioso... me encanta ese sitio y desde que lo arreglaron más, y tiene dos caras: la arreglada y la pendiente de arreglar; bueno eso era hace tiempo, ahora no sé cómo estará (joder qué rollo he metío...)

 
At 18/6/11 11:45 a. m., Blogger aseklu said...

¿La casa de la moneda en Sevilla? Pues seguro que la ví muchas veces pero ya no la recuerdo bien. La casa a la que me refiero es más modesta, en tamaño, claro. Curiosas las asociaciones que surgen cuando se lee algo, pero de eso justamente se trata.
No me había dado cuenta que el dichos castpost dejó de funcionar. A ver cómo arreglo el enlace.

 

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