24 febrero 2007

de entre todos los bares de este mundo

En el lado oscuro hace mucho frío. Pero cuando la vi, de espaldas, junto al único sitio libre de la barra, hacia donde yo me dirigía a pedir cuatro copas y un poco de veneno, no recuerdo haber sentido frío. Tampoco calor. Sólo un vacío de piedra en el estómago.

P.D.: Nos dimos un abrazo, breve, cortado, extraño. Sin beso, claro, que los besos son para las mañanas de despedidas de los días azules y no para los inoportunos encuentros no deseados.
No me ibas a llamar, ¿verdad?.
No, es que he venido acompañada...

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