A veces no nos damos cuenta de hasta donde nos ha herido algo hasta que pasa mucho tiempo y bajamos la guardia. Es entonces cuando llega el dolor, sordo, constante, pegajoso. Y no hay donde esconderse.
Eso pasa por querer ser fuerte, por no permitirse dejarse caer.Por esa certeza cotidiana.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home